Ética para la Emancipación
Urgencia de escrutinio ético sobre
la producción cultural y comunicacional
Fernando Buen Abad Domínguez
Rebelión/Instituto de Cultura y
Comunicación UNLa
“Y por ética entendemos la
atención reflexiva, teórica, a la moral en uno u otro plano
–el fáctico o el ideal– que no son para ella excluyentes.”
Adolfo Sánchez Vázquez
Entendida como ciencia la
Ética es la praxis rigurosa de todos los rigores por el bien de la humanidad. Y
eso no acepta disquisiciones blandengues. Poseedora de protocolos
paradigmáticos, la Ética ha madurado -a lo largo de su historia- con el instrumental necesario para intervenir
en el análisis y la critica del comportamiento moral más diverso. Algunos de
esos instrumentos, especialmente los de matriz más añeja, se han pulido con
esmero y han perfeccionado su precisión al calor de las necesidades históricas
de una humanidad cada vez más compleja, diversa y amenazada. Y el poderío
teórico-metodológico de ese instrumental no puede ser sepultado por ningún
delirio reduccionista tenga la factura ideológica que tenga.
Se entiende aquí la Ética como la definió Adolfo
Sánchez Vázquez: ciencia del comportamiento moral de los hombres en sociedad constituido
por un tipo peculiar de hechos y donde lo científico radica en el método, en el
tratamiento del objeto, y no en el objeto mismo. Con tal Ética es urgente
intervenir sobre un mundo secuestrado por la Industria de la Guerra que, sólo
en lo que va del siglo XX y XXI, ya ha producido monstruosidades abrumadoras
muy opuestas al ideal humano de paz, desarrollo, solidaridad y fraternidad para
todos por igual. Que la Ética sea la Estética del futuro.
Con la Ética es urgente
intervenir en un mundo secuestrado por las Industrias de la “información” y el
“entretenimiento” (en manos de 6 dueños) que ya han logrado obturar el derecho
a pensar, sentir y actuar independientemente en innumerables países hoy sometidos
a la dictadura de la desinformación y de las banalidades de mercado. Con la
Ética es necesario fijar orientaciones firmes contra un circo de espejismos,
empeñado en destruir la verdad y la realidad, para convertir en mercancía de
moda esa “post verdad” de la que tanto se habla; necesitamos con urgencia Ética
para la crítica al capitalismo, para diseñar el proyecto de nueva sociedad y para
la práctica política revolucionaria y permanente. Ética contra las mercancías
del miedo y de la mentira.
A estas alturas de la
Historia, el respeto por la Vida, tanto como el respeto por el trabajo, el
respeto por la inteligencia y el respeto por la identidad de los pueblos,
deberían ser paradigmas inviolables. No debería haber objeción ni debería haber
excusas. A estas alturas de la Historia no deberíamos aceptar un sistema de
valores basado en el desprecio, la exclusión, la esclavitud o la postergación
del derecho humano al “buen vivir”. No deberíamos aceptar una sistema económico
corrupto basado en robar a los trabajadores el producto de su trabajo ni
deberíamos aceptar estratagema alguna para engañar a quien produce la riqueza,
obligándolo a ceder su trabajo para
que unos cuantos vivan en un paraíso y la mayoría viva en un infierno.
Así, la Ética como conjunto
sistemático de conocimientos racionales y objetivos, debe desarrollar el
escrutinio minucioso de la moral (actividad humana, histórica y social) que
regula las conductas concretas de los seres humanos. Actos no siempre conscientes
y no siempre voluntarios de los individuos que afectan a otros, a determinados
grupos sociales o a la sociedad en su conjunto. La Ética no es un recetario de
conductas.
Hoy la Ética,
entre mil tareas, debe responder a las necesidades de la juventud que es blanco
de todas las desorientaciones más perversas, para luchar contra los anti-valores
burgueses aunque fuse en un grado modesto, e interrogar desde la Ética al
poder, a la democracia, a la libertad, al Estado, a la sociedad civil, las
relaciones (visibles e invisibles) de la economía y la política, con sus
sedimentos culturales y mediáticos.
En el plano teórico-político, la realidad nos impone
la necesidad de abordar la verdadera utilidad de la Ética que ha sido ocultada tras
los más diversos velos ideológicos. A esa necesidad, entre muchas otras
instancias, deben responder los laboratorios de análisis y producción simbólica
(que necesitamos) armados sobre una base Ética rigurosa para esclarecer la praxis
que es necesaria, deseable y posible de una Ética confrontada con lo realmente
existente.
Ante las recientes
lecciones de la historia bélica, en todo su arco destructor, incluidas las máquinas
de guerra ideológica y las perspectivas de la incertidumbre para la humanidad,
estamos obligados a preguntar también: ¿es posible la transformación del mundo,
por qué luchar en condiciones asimétricas? ¿por qué no resignarse y pensar,
como quieren algunos, que la humanidad no tiene remedio? Para responder eso la
Ética debe ser una herramienta científica poderosa capaz de poner en claro que
el desastre que vive la humanidad no es obra suya sino de un sector dominante
empeñado en someter a la mayoría.
Bajo el capitalismo los problemas morales son inseparables
de las relaciones de producción y de los modos de producción y eso es un problema,
también, Ético con las consecuencias que afectan a una comunidad entera y a los
individuos. Bajo el capitalismo los seres humanos se ven obligados a ajustar
su conducta a las normas que impone la ideología de la clase dominante que
determina qué actos son aprobados o desaprobados moralmente. En la vida diaria los
seres humanos asimilan las normas imperantes, con base en ellas formulan
juicios y desarrollan argumentos que justifican decisiones prácticas y teóricas.
Y eso constituye una Cultura que se comunica transversal y generacionalmente. Urge
la crítica.
Necesitamos desarrollar la crítica del método de
dominación de la conciencia convertida en mercancía y que la burguesía impone
como in-transformable para que perviva
“intacto” ante la lucha de clases y la historia. Critica Ética a un mundo de mercancías
que absorbió a la mano humana y a los productos de la mente humana, hundiéndolos
en las “neblinosas comarcas del mundo religioso” como “figuras autónomas
dotadas de vida propia, en relaciones unas con otras y con los hombres”.
Fetiches, pues.
Nuestra Ética considera la importancia central de no
quedarse encerrada en idealismos sino intervenir en el campo histórico-cultural
concreto como una praxis social necesaria, posible y realizable. Esta Ética no se
apoya solamente en las tradiciones filosóficas sino también en la experiencia
práctica de las luchas humanas más diversas. La tarea fundamental de nuestra Ética
es la de toda ciencia: observar críticamente, explicar, esclarecer o investigar
hechos y resolver problemas sociales. Ética que busque servir socialmente para
fundamentar una moral superadora orientada por ese anhelo humano sabedor de que
“de lo que se trata es de transformar al mundo”. Ojalá pronto.
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