Humanismo:
Fase Superior de la Constituyente
Venezuela y la hora de la
Patria Grande
Fernando Buen Abad Domínguez
Rebelión
“Al pueblo sólo lo salva el pueblo” A menos
que entremos en un trance de esquizofrenia aguda, es hora de poner en práctica
todo el amor que oficialmente nos han
enseñado a tener -en loas- por las constituciones políticas y por los pueblos que
deciden, soberanamente, cómo gobernarse. Ese ha sido, una y otra vez, el
discurso dominante, casi progre y casi dogmático -y siempre reverencial- con
que se expiden los aparatos ideológicos dominantes cuando se trata de instituir
formas del respeto social sobre las “máximas instituciones democráticas” que
nos rigen. No hay mayor poder que el poder popular y soberano decidiendo su ser y su modo de ser social. La Constituyente es el pueblo salvando al pueblo. Con
sus propias reglas y el mismo plan para un mundo sin amos ni esclavos. Un acto
de amor. Garantía de Paz.
Y a no ser que todo hubiere
sido palabrearía demagógica burguesa, que nos refregaron sin clemencia,
generación tras generación, hoy en Venezuela se abre una oportunidad única para
poner en práctica ese respeto supremo imbuido a las democracias que han crecido
(incluso) desigualmente bajo las alas desiguales del capitalismo. No hay lugar para
las jugarretas de la doble moral que, acaso, quisiera respeto catedralicio para
la democracia burguesa y quisiere toda forma de escarnio, agresión y ataque
contra la constituyente en manos de los pueblos. No explicaremos aquí para qué
sirve la ironía.
Venezuela discutirá, desde las
bases, cómo perfeccionar su constitución vigente. Qué le sobra, qué le falta y
qué ha de cumplirse con el consenso de la mayoría que legitima, incluso, la propia
definición de la democracia realmente existente. Van a discutir, entre mil
temas, la solución constitucional al problema de la economía rentista y de la
guerra económica burguesa, que ha devastado a la clase trabajadora y amenazado
todo el proceso del socialismo bolivariano. Discutirán los medios y los modos
para superar la democracia burguesa que tanto daño viene haciendo con sus vacíos jurídicos y la permisividad delincuencial por donde se
han infiltrado las canalladas más anti-democráticas y golpistas. Discutirán, en
suma, una gran revolución cultural que transforme para siempre a Venezuela y
consolide herramientas capaces de constituir la independencia económica en la independencia
política para la soberanía semántica. Ser cultos para ser libres.
Y también discutirán una
estrategia comunicacional constituyente que, de una vez por todas, garantice la
voz de todos en oportunidades y en condiciones de justicia cultural y
comunicacional. Urge organizar una Fuerza Comunicacional Constituyentista que
dé la vuelta al mundo, trabajando desde las bases, contra el silencio en los medios
hegemónicos. Urge una Fuerza Comunicacional Constituyentista más grande que el
gobierno, más grande que un solo país... tan grande como la batalla misma de
las ideas y donde un millón de revolucionarios (al menos) generé permanentemente
100 mensajes constituyentistas, organizados y sistemáticos, para todos los
gustos y para los que tengan dudas o ignorancias. ¡Es una forma de decir!
A todos los pretextos que se
han inventado para estorbar a la constituyente e impedirle que sea el mandato
de la clase trabajadora contra el mandato de la clase explotadora, se debe
combatir con más constituyente para la revolución. El escenario mundial lo
exige. Es la hora de la Justicia Social de los pueblos dando todos los pasos
necesarios en una situación histórica plagada con peligros y emboscadas macabras.
Es hora de defender la Justicia dictada por los pueblos y no la justicia burguesa
dictada por los paladines leguleyos del capitalismo. No es la hora de abogar
por los códigos ni las jurisprudencias oligarcas, es la hora de la Justicia Social
y la Constituyente venezolana es escenario privilegiado que nos exige a todos compromiso
fraterno, contribución, defensa y solidaridad. Internacionalistas.
Esta Historia está comenzando una fase superior
del “Plan de la Patria” que sin abandonarlo lo potencia. Y está claro que en su
desarrollo concreto las deliberaciones y los acuerdos estarán atados a su
realidad histórica y política; a su dialéctica objetiva y a las tantas estrategias
que deberá sortear para ponerse a salvo de las agresiones que continuarán su necedad
monstruosa de descarrilar a la Asamblea Constituyente que es, además,
anti-imperialista. No nos alcanzará la eternidad para arrepentirnos si no
sabemos generar un gran movimiento planetario en defensa de la Revolución
Venezolana
Esta Historia está pariendo una
fase superior de la conciencia política y revolucionaria de los pueblos, no
para conformarnos con leyes y constituciones de manera fetichista, como si con
leyes se arreglara lo que no arregló la acción política o la lucha en todos los
frentes. Se abre una fase superior en la confrontación de clase que no traerá
soluciones milagrosas ni será ilusionismo
reformista. Se abre una oportunidad de re-ordenación y re-funcionalización de
las herramientas de transformación social para asestar un golpe humanista y certero
al modo de producción (depredación) capitalista y sus infames relaciones de producción
humillantes, injustas y criminales.
Esta Constituyente venezolana
es una responsabilidad de todos en todo el mundo. No podemos abandonarla bajo
la paliza mediática que viene perpetrando la burguesía en todo el planeta y no podemos
dejarla a expensas del Plan Cóndor Mediático que opera en América Latina y el Caribe
contra la Constituyente. No podemos ni debemos ser indiferentes, eso es un
crimen. No podemos ni debemos quedarnos callados, eso es una injusticia. No
podemos ni debemos jugar a la neutralidad falaz. No podemos ni debemos guardar silencio
cuando lo urgente es explicar (y explicarnos) la Constituyente en todo su
esplendor y en todo el mundo. Hacer saber a todos que es la obra de un pueblo que
quiere que gobierne el pueblo. Que no es “perfecta”, que no es “inmaculada”, que refleja atrasos y contradicciones
pero que es voluntad de las bases que no quieren seguir obedeciendo la voluntad
de los explotadores. Bastaría saber los planes macabros de Trump -y sus
secuaces- para que nadie regateara su solidaridad con la Constituyente, para que
nadie jugara a ser juez sin antes
haber abrazado fraternalmente al pueblo revolucionario de Venezuela hoy
Constituyentista. Son horas cruciales, lo que pase ahí pesará en todas partes. Unidad.
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