La Guerra Mediática y los Cambios Dinámicos
S.O.S. por la comunicación para la emancipación
Fernando Buen Abad Domínguez
Rebelión/Universidad de la Filosofía
Todo escenario de guerra es un nudo de tensiones desiguales y
combinadas que cobran fuerza y se debilitan al fragor de victorias y derrotas
que se ven, o que no se ven, según convenga o según se pueda. La Guerra
Mediática, asimétrica, perversa y camuflada... no es distinta. En situación de
Guerra Mediática los errores se notan rápido y operan en contra nuestra de
inmediato. Toda información que se confunde, que se demora, que no llega, que
se intercepta o que no produce los efectos previstos, abre fisuras riesgosas,
genera debilidad y permite filtraciones cargadas con peligros incalculables.
Las víctimas llegan a adorar a sus victimarios. En la Guerra Mediática corregir
errores rápidamente en una obligación de supervivencia.
Nada es infalible. Incluso las tácticas y las estrategias más meditadas
y probadas, suelen sufrir derrotas. Los tropiezos, en todas metodologías, deben
ser parte del presupuesto y cada fracaso hipotético debe contener variables
para su solución y superación en plazos muy cortos. Incluso los aciertos y las
victorias, en su carácter efímero y relativo, deben acompañarse con dispositivos
de re-aseguro y duración dialécticos. Todo está en movimiento permanente y el
quietísimo es un peligro siempre.
Países como Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador, Cuba y Venezuela que
en intensidades diversas, pero con ataques permanentes, enfrentan una Guerra
Mediática sistemática, deben contar con modelos de adaptación y avance muy
dinámico y muy efectivo para dar respuesta a la metralla mediática que los
agobia sin reposo. Deben ensayar estrategias y tácticas -defensivas y
ofensivas- que exigen artillerías bien entrenadas y calificadas para
perfeccionar tareas vitales de información, puesta en común, feed back, propaganda, agitación y
orientación política... minuto a minuto. Lo que falla debe ser reparado rápido,
lo que triunfa debe ser blindado y profundizado. Horas perdidas son peligros
acumulados y derrotas seguras.
Por impericia, por ignorancia, por lecturas erróneas del escenario de
guerra o por burocratismo, se descuida la lucha y se la banaliza con rutinas
desacertadas mientras el enemigo ataca con sus mejores tecnologías, su mayor
creatividad y sus mejores laboratorios de Guerra Psicológica. Cada una de las
herramientas debe ser analizada permanentemente y ninguno de sus dispositivos
lógicos puede dejarse al azar o a la improvisación boba. Todo debe operar con
acuerdo a un plan general emancipador y nada puede quedar sin ser evaluado para
que ofrezca su mejor aporte. ¿Existe semejante “plan” emancipador?
Todo parece indicar que para combatir a la Guerra Mediática burguesa
predomina en “nuestras filas” la improvisación, la egolatría, la sordera y el
subjetivismo. Que derrochamos recursos y oportunidades de manera irresponsable
y suicida mientras creemos que nuestros formatos y nuestros gustos, sacados de
los formatos y gustos oligarcas, serán suficientes para reducir y superar a la
andanada mediática enemiga. Cometemos errores de errores y hemos llegado a
circunstancias muy graves por no haber sabido ni podido contrarrestar la parte
de la Guerra Económica del capitalismo contra los pueblos que se desarrolla en
el campo de la “comunicación”. “En la demora está el peligro”. Decía José Eloy
Alfaro.
Y, encima de todo, las buenas y promisorias estrategias que una vez se desarrollaron
(aun incipientemente) sufren hoy por estancamientos y retrocesos de todo tipo y
combinación. Por la fuerza de la rutina y la esclerosis burocrática van
pareciéndose cada día más a lo que hacen y dicen, de forma y fondo, los
“medios” enemigos de los pueblos trabajadores. Y no hay quien escuche con sensibilidad
comprometida. Se comprende, quizá, el problema como algo secundario o como algo
postergable, si acaso se lo comprende.
Es nuestra prerrogativa y nuestra obligación ofrecer perspectivas
críticas, y autocríticas, liberadas de la palabrería oportunista, didáctica o
pedante... purgada de tufos apocalípticos. Es una responsabilidad ética, propia
de la fraternidad revolucionaria, advertir a todos, y a nosotros mismos, las
consecuencias de esos errores que pueden ser terminales y que pueden llevarnos
a escenarios infernales. Especialmente cuando nuestra producción crítica es
susceptible de ser usada por los enemigos de clase para golpearnos con sus
tergiversaciones, des-contextuaciones y calumnias de siempre. Pero las
precauciones no son frenos. Si la crítica científica, que asume su
responsabilidad colaborativa, ha de ganarse antipatías, esas serán producto de
que alguna de las partes no entiende que Revolución es necesariamente crítica
fraterna. Mucho peor que el enojo del algunas vanidades es la derrota de todos
por los egos de algunos y por las irresponsabilidades en combate.
Hoy hace falta una re-ingeniería integral de todas nuestras
herramientas de lucha mediática. Re-inventar TeleSur, TVES, VIVE, Venezolana de
Televisión... Prensa Latina, La Jornada... con acuerdo en un plan continental
de lucha que nos defienda y nos libere de las mentiras imperiales infiltradas a
todas horas en las cabezas y en los corazones de los pueblos. Un plan que nos
garantice que la información que nos importa llegue a donde nos urge. Que los
frentes de lucha tengan aseguradas las palestras donde expongan sus principios
y sus fines. Que la denuncia a las canalladas enemigas se propague por todo el
mundo y tenga efectividad en la ética de los pueblos para movilizar a la
justicia social. Que conquistemos la prerrogativa de la organización para la
movilización y la acción con el poder donde debe estar que es en el pueblo
trabajador. Que nos ayudemos entre todos a destrabar los flujos y que si
alguien nos bloquea hagamos fisuras inmediatas por todas partes para que nadie
se quede sin saber que estamos todos en pie de lucha tratando de unificar todas
las luchas contra el capitalismo... en todo el mundo.
Es urgente una re-ingeniería del método emancipador de contenidos y
enriquecedor de experiencias formales, en una dialéctica poderosa que no pueda
ser degollada por burocracia alguna, por el cambio de jefes ni por
aventurerismo de arribistas, oportunistas o trepadores. Es urgente una
re-ingeniaría consensuada desde la semántica hasta la distribución táctica. Hace
falta dar ese paso, por fin, que tanto han pedido los líderes más avanzados y
los pueblos en combate. Hace falta tomar la decisión por un Nuevo Orden Mundial
de la Información y de la Comunicación, por la Paz, por los Derechos Humanos…
por la Revolución de la Comunicación que tanto anhelamos, que tanto importa y
que tanto nos urge.
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