Agenda de la Comunicación en Disputa
Ética de la Paz y de los Derechos Humanos
Fernando Buen Abad Domínguez
Rebelión/Centro Universitario Sean MacBride
Los Medios de Comunicación deben
ser garantes de la Paz y de los Derechos Humanos.
Nada debería ser más importante en la agenda de la comunicación
emancipadora, que el conjunto de las luchas sociales que se despliega por el
mundo a estas horas. Eso incluye la lucha por los significados y la lucha por
enraizar las praxis más avanzadas como nuevas fuentes culturales y
transformadoras. En un mundo donde reina la industria de la guerra, las
industrias el espectáculo y el crimen organizado… la Paz y los Derechos Humanos
no pueden ser paraísos de anfibologías, ambigüedades ni dobles raseros. “Por el engaño nos han dominado más que por
la fuerza” decía Bolívar.
No queremos la Paz de los sepulcros ni los Derechos Humanos bajo las
bayonetas. No queremos parafernalias filantrópicas ni hipocresía de propagandas
“pacifistas”. No queremos recitales de plañideras. No queremos una Paz hueca,
amorfa ni acomodaticia. Paz no significa inacción. No queremos treguas
camaleónicas disfrazadas de Paz ni queremos Derechos Humanos individualistas,
de pose, de moda o a espaldas de la realidad que margina, excluye, persigue,
explota y humilla a la clase trabajadora en todo el mundo. No queremos Paz ni
Derechos Humanos secuestrados por la palabrería de burócratas o de sus
cómplices serviles al neoliberalismo.
En un mundo en el que el capitalismo financia sin control “películas de
guerra”, series televisivas empapadas con sangre y crueldad, noticieros
ideologizados por la lógica del miedo y el terrorismo de mercado.. en un mundo
plagado con pantallas donde desfilan -sin control- asesinatos y humillaciones
contra los seres humanos… la Paz no tiene lugar verdadero si no se lo gana como
producto de las luchas sociales que emergen de los pueblos y van hacia los
pueblos. No queremos “medios de comunicación” tributarios del estereotipo
ideológico que tienen como proyecto de masas imponernos, sin salidas, la idea
de una realidad ensangrentada por siempre. No se olvida Hiroshima o Nagasaki,
no se olvida Vietnam, no se olvida el “Plan Cóndor”, no se olvida el Apartheid,
no se olvidan “Las Torres Gemelas”, no se olvidan las crisis humanitarias
producto de hambrunas, plagas y genocidios. No se olvida, no debe olvidarse.
Tiene razón Ana Jaramillo en insistir siempre sobre la necesidad de
trabajar en el significado, en el contenido de los conceptos de Paz y Derechos
Humanos. Tiene razón porque en su nombre se han cometido las peores canalladas
y porque en nombre de la Humanidad y de la Paz, proliferan horrores antihumanos
y apocalípticos. Han ensayado silogismos de todo tipo los “tratadistas” sobre
la Paz y los Derechos Humanos pero los resultados, lo concreto, la praxis…
están muy lejos de haber resuelto el problema. Visto lo visto, el primer paso
hacia la Paz debería ser desarmar todo lo que ataca a los pueblos con todo tipo
de armas, es decir, las armas
convencionales, las no convencionales… y las armas de guerra ideológica: universidades
mercantilizadas, monopolios mass media,
iglesias alienantes y antivalores oligarcas.
Debería madurar, globalmente, una corriente Ética para la comunicación
emancipadora, capaz de convertir en agenda prioritaria lucha de los pueblos por
la Paz y por los Derechos Humanos. Definir y construir la Paz sin entelequias y
sin cursilerías. No toda lucha anti-guerra es sinónimo de Paz. Si la Paz
implica desarmar a los pueblos (sin tocar los arsenales
de la oligarquía) o negarles su derecho a “la crítica de las armas”; estamos
condenándonos a repetir errores terribles. Lo que necesitamos es una lucha
verdadera contra la industria de la guerra. La Paz por la Paz misma es un
callejón sin salidas en el que los pueblos avanzan hacia un encierro ideológico
con consecuencias objetivas monstruosas.
Deberíamos consolidar una movilización comunicacional
-teórico-práctica- contra el negocio de la guerra (sea del tipo que sea)
entender su naturaleza, sus características, sus ofensivas objetivas y
subjetivas. Las guerras son el comercio por otros medios. Deberíamos consolidar
una corriente crítica y científica para frenar el agobio, con todo género de violencias,
que se despliegan en contra de los seres humanos. Es fundamental la acción comunicacional
desplegada con un programa ético de nuevo género por esa Paz que sólo tiene
sentido si aporta tiempo, espacio y condiciones concretas para protegernos de
los juegos de palabras y los espejismos. Nada debe distraernos una agenda ética
hacia la Paz verdadera sin el gran circo del sentimentalismo pacifista que la
burguesía despliega en sus escenarios mediáticos. Deberíamos luchar contra lo que silencia a los pueblos y
anestesia su capacidad crítica.
Nos urge una corriente comunicacional ética y científica para conquistar
la Paz que la humanidad anhela y ese anhelo de Paz debe ser realizado por los
pueblos y no por sus enemigos. Corriente ética para integrarnos a toda
iniciativa de Paz, ir a todo movimiento de masas a favor de la Paz para
defender y apoyar el camino con acciones revolucionarias. Porque el problema no
es la Paz, el problema sigue siendo la industria de la guerra desplegada para
seguir adueñándose de los recursos naturales, la mano de obra y la conciencia
de los pueblos. El colmo es que el burocratismo, aliado con la burguesía, trata
de engañar a los pueblos trabajadores haciendo pasar como “programa de social
pacifismo” sus “acuerdos” de negocios. La defensa de la paz en abstracto es
siempre una manera de engañar a la clase trabajadora.
No se trata sólo de ideas. Un
programa por la Paz debe ser dictado por el curso de la historia y de la lucha
de clases; debe reflejar y expresar las necesidades históricas de la Humanidad.
Debe proporcionar respuestas vivas y concretas. La Paz no es oponerse,
únicamente, a la guerra, no se limita a luchar contra los ataques burgueses y
todas las locuras depredadoras de sus ofensivas mercantiles. Reconocer la
disputa por el significado concreto de la Paz y de los Derechos Humanos nos
obliga a impulsar a una Revolución Semántica también en esos campos. Hasta no triunfar
no estaremos en Paz.
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