Didáctica de
las Ambulancias
Ética de lo
Urgente y lo Importante
Fernando
Buen Abad Domínguez
Rebelión/Instituto
de Cultura y Comunicación UNLa
Casi todo lo
que es importante es urgente. Una es noción de jerarquía y la otra de tiempo.
Eso lo entiende, por ejemplo, quien maneja una ambulancia. Son importantes los
semáforos, sí, pero mucho importante es la vida del que viaja (accidentado o no)
en una ambulancia y, por lo tanto, en condiciones de seriedad, todo lo que
“normalmente” es importante cede su lugar a lo urgente. Digan lo que digan los
“burócratas”, los reformistas o los indolentes para quienes la relación entre
urgencia e importancia está confundida por su obediencia a los “jefes” o a la
negligencia y no a las necesidades sociales.
Para la humanidad
es muy importante quitarse el yugo del capitalismo, es urgente. Deberíamos
estar dedicados, de tiempo completo, a librarnos del coloniaje económico e
ideológico que pone en riesgo real la sobrevivencia del planeta y de toda forma
de vida, incluida la humana. Sólo mirar las cifras debería hacernos entender la
urgencia por salir de un sistema injusto, excluyente, belicista y humillante
como el que reina a sus anchas hace ya demasiados siglos. Y sin embargo vamos
lentos. La humanidad está en peligro. ¿Es un problema de jerarquía o de tiempo?
Es muy
importante combatir las mentiras, la tergiversación y la desinformación. Es muy
importante conocer la verdad, saber socializarla y saber qué hacer con ella. Es
de importancia suprema vivir y convivir en unidad y con principios comunitarios
a toda prueba. Es urgente y sin embargo vamos lentos. Nos frenan los semáforos de la estulticia. ¿Qué nos falta?
¿Ética?
Nos
impusieron, con fuerzas militares y fuerzas ideológicas, una “Cultura de la
Banalidad” que surte efectos desastrosos. Contiene individualismo de todo tipo,
escapismos a granel, solipsismos y anti-política hasta el hartazgo. Su non plus ultra es el consumismo
endulzado con egolatría de mercado y cucharadas generosas de indolencia
burguesa. Por eso importa más, en la agenda de lo cotidiano la sanción a un
futbolista, los matrimonios de la farándula, el chismorreo de corrillos… que lo
importante y lo urgente de verdad. Por eso nos anestesian con luz de
televisores y mientras nos saquean los salarios, los recursos naturales… la
vida misma hundidos en banalidades bacteriológicas.
La vida
diaria se nos escapa mientras atendemos eso que es secundario, mediato e
intrascendente pero que nos hace sentir como si estuviésemos atendiendo lo verdaderamente
importante. Y se va la vida. La banalidad nos invisibiliza la lucha, la hace
postergable e intrascendente. La banalidad nos hace ver un mundo que realmente
está “patas arriba” como si ese fuese su orden natural y como si debiésemos
aceptarlo sin chistar y sin cambiarlo. La banalidad con que el capitalismo nos
anestesia es para colmo un gran negocio de ellos que nos vende valores banales
disfrazados de moda, disfrazados de placeres, disfrazados de instituciones
sagradas. Nos han enseñado a aceptas todas las banalidades que el capitalismo
inventa como si fuesen lo más importante y lo más urgente. La banalidad en
serio. Ética anestesiada.
Nada es más importante
que terminar con la cultura belicista que nos ahoga, día a día, hasta en lo más
impensado. Nada más importante que tener un mundo sin máquinas de guerra
ideológica y sin guerras psicológicas. Nada más importante que conquistar la
Justicia Social para el pueblo trabajador. Nada más importante que un mundo de
seres humanos con igualdad de oportunidades y de condiciones objetivas. Nada
más importante que asegurar un planeta que sea la Patria de la Humanidad sin
excluidos, sin amos y sin esclavos. Sin seres humanos explotados y sin clases
explotadoras. Nada más importante que lograr ser humanos emancipados, cultos y
libres. Nada más importante que vivir en un planeta sin miedo.
No es
importante -ni urgente- poner a salvo las ganancias de las oligarquías ni de sus
colonias. No es importante entregarles las tierras, las minas, los ríos, los
mares, las montañas, los subsuelos ni los cielos. No son importantes los
negocios burgueses con la educación, la vivienda, la salud y el trabajo. No es
importante la “moral” de los opresores ni es importante el bienestar de unos
cuantos sectores que son dueños de la inmensa mayoría de las riquezas del
planeta. Lo importante es el futuro sano y salvo para las niñas y los niños. Lo
importante es la vida digna para los adultos mayores. Lo importante es el
trabajo emancipado para la juventud y para todos. Lo importante es derrotar toda
banalidad y toda injusticia. ¿Cómo hay que decirlo? Hay que abrir paso a la ambulancia de la Historia, la humanidad
esta en riesgo.
El
“Pensamiento Crítico” consiste fundamentalmente en aprender a poner en orden
nuestros métodos para conocer el mundo,
para enunciar ese conocimiento y para organizar y movilizar conductas
emancipadoras. Saber qué va primero y qué va segundo. Qué es lo urgente y que
es lo aplazable. Qué es importante y qué no lo es. El “Pensamiento Crítico” es
producto humanista y dialéctico de sí mismo, en clave de lucha. De lucha de
clases. Es ese su territorio fértil y su fuente de identidad. En esa lucha se
aprende quiénes son los sujetos en contienda, cuántos hay de cada lado, con qué
fuerzas cuentan, cuál es su desarrollo desigual y combinado y cuáles son sus
derrotas y sus victorias… el “Pensamiento Critico” se forma como conciencia de
la disputa que moviliza a la historia y que le da perspectivas, para bien o
para mal, sobre el desino mismo de la humanidad y del planeta. Por eso el
“Pensamiento Critico” es tan importante. Y no hay transformación posible si el
“Pensamiento Crítico” no se hace carne
en los pueblos y sus luchas. Comuna o nada.
Aquel que
maneja una ambulancia sabe que, llegado el momento, lo importante es un mandato
ético y social. Que nada ni nadie puede oponerse o superponerse al cometido de
salvar la vida. Ni los semáforos ni la hora del almuerzo, ni los afectos ni las
banalidades. Nada es más importante y, por eso, es urgente llegar, íntegros y
proactivos, a cumplir la tarea suprema de ser solidarios con quien necesita de
toda nuestra destreza, de toda agudeza y de toda presteza. A bordo de la
ambulancia va un paquete didáctico para la sociedad toda. Va la vida y la
muerte con nuestro papel ante ellas. Va la necesidad de cumplir con el deber y
el amor por cumplirlo. Va la inteligencia y la pasión por ser útil. Va el
riesgo y van las ciencias. Va el santiamén de la suerte y va el aplomo del
científico. Va la historia de la humanidad y va el futuro de quien sufre un
accidente. Vamos todos y sabemos que van juntos, lo importante y lo urgente. Así
deberíamos ser con todo. Sería una Revolución Cultural nutrida por pensamiento
crítico y moral de comunidad. Y el mundo será distinto.
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