Eso que se llama “Cultura”
Fernando Buen Abad Domínguez
Rebelión/Instituto de Cultura y Comunicación UNLA
“El colonialismo ideológico siempre
acompaña al colonialismo económico
y la liberación económica
no es posible sin la liberación ideológica”
Rodolfo Puiggros
En ninguna de sus expresiones la Cultura es un ser inmaculado ni intocable.
Su existencia misma requiere de la crítica como condición necesaria y como
motor de su desarrollo histórico (especialmente hoy) cuando llegamos al punto
en que la palabra “Cultura” puede ser usada para significar casi cualquier
cosa. Unas veces porque ciertos antojos epistemológicos, en sus debates cada
vez más escolásticos, cincelan a
placer su necesidad de llamar “Cultura” a lo que no se atreven a calificar de
Ideología. Algunas veces porque se han fundado tradiciones antropológicas, sociológicas o filosóficas que se
desbordarían sobre generalidades (cada vez más confusas) si no contaran con un
concepto dique donde quepa todo,
incluso su raíz de cultivo. Otras veces porque detrás -o debajo- de la palabra
“Cultura” pueden camuflarse o esconderse intereses de todo tipo… incluidos los
más aviesos. Sólo hay que recordar las aventuras “culturales” de la OTAN.
Merece mucho la pena mantener abiertos los debates sobre la Cultura y sus
significados.“Cultura de Masas”, “Cultura de Elite”, “Cultura Culinaria”,
“Cultura Indígena”, “Cultura Popular”… “antropología cultural”, “políticas
culturales”, “Industrias Culturales”, “Narco Cultura”… en fin, hoy se trata de
un concepto comodín que puede sacarse en todo momento para dar lustre retórico
a sinnúmero de actividades, intenciones o falacias. Y el usuario queda bien, ante los auditorios más
diversos, con sólo invocar a la Cultura que suele ser presentada como un ente
intocable.
Pasamos de cultivar los campos a cultivar el espíritu y el siglo XVII
inclinó su significado al cultivo de las facultades intelectuales. Con la
Ilustración la palabra “Cultura” se hizo sinónimo de “Civilización” en
oposición de clase al concepto “barbarie”, en oposición de clase entre las
fuerzas de la naturaleza y las fuerzas de la Cultura… actualización a medida
tomada de la Grecia clásica en la división artificial capitalista entre el
trabajo físico y el trabajo intelectual. Nace la idea de que la Cultura es un
instrumento de dominación expresada en las Bellas Artes, en los logros de la
burguesía. Sólo la clase culta
produce “Cultura”, “saberes”, “progreso”, “razón”, “educación”.
También el etnocentrismo se adueño del concepto para modelar los
imaginarios colectivos al servicio del consumismo de mercancías como máximo logro cultural permitido para los
pueblos. Por colmo, eso que se llama “Cultura”, se barniza con la idea del folklore
en oposición –matizada-frente al iluminismo y el romanticismo y por lo tanto no
hay “Cultura” sino “Culturas”. Incluso con una carga, no pocas veces, racista.
Y hemos llegado a usar el concepto Cultura como sinónimo -reduccionista- de
organización de espectáculos, ferias y exposiciones.
Y hoy (sin que sea una novedad) nos domina planetariamente la Cultura de la
Guerra (el comercio por otros medios) camuflada por todos los Mass Media. Cine, literatura,
televisión, video-juegos… son hoy nuevos campos de disputa de la lucha
de clases que (también) se libra con valores, conductas y con signos… en
la cabeza y en los corazones. Es una disputa de intereses, en sociedades divididas
en colonizadores y colonizados, para ganar el terreno de los imaginarios donde
se yerguen los principios, las ideas, los afectos… escenarios de la
Batalla de las Ideas, de los Gustos y de los Hábitos. Disputa añeja por dominar
los valores sociales, para poner el mundo patas arriba, para hacer invisibles
las cosas que realmente valen e imponernos como valiosas sólo las
mercancías y la ideología dominante. Claro que es una disputa edificada sobre
misiles, cañones, metralla y golpizas… cimentada con terrorismo financiero,
chantaje inversionista y vampirismo bancario.
Sus armas
estratégicas siguen siendo -entre otras- las Iglesias, el Estado Burgués, la
Educación y los mass media…que despliegan formas diversas de violencia
psicológica planificada contra los pueblos, el envilecimiento de la dignidad,
la criminalización de las rebeldías, la situación de amenaza permanente y el
amedrentamiento como religión… Es un despliegue de acciones alienantes
sistemáticas convertidas en Industria del entretenimiento
y del placer… es el secuestro de los
juegos, del ludismo necesario, del sentido del humor, de las tradiciones
colectivas y la identidad común. Es el secuestro de lo social en garras del
individualismo, es el reino de la fatiga, la moral de la extenuación, las
privaciones y las carencias de quienes producen la riqueza concreta. Es la
perversión de la ternura en garras de la sensiblería llorosa; el parasitismo en
contra de la solidaridad, la conciencia de clase y la organización social
transformadora.
Si el
mundo se estremece por la crisis prolongada del capitalismo, que en su agonía
depreda y mata todo a su paso, si especialmente Nuestra América ha sido
considerada “traspatio” donde el imperialismo ha practicado todas sus
monstruosidades, que incluyen la lista los estragos terribles causados por la
ideología de la clase dominante… no vamos silenciarnos. No permaneceremos
callados, y menos hoy cuando la guerra psicológica permanente, que el
capitalismo despliega con sus máquinas de guerra ideológica, (radiales,
televisivas, impresas, digitales…) se ha traducido en golpes de estado,
magnicidios y genocidios.
No vamos a
enmudecer ante la presión cotidiana del consumismo enfebrecido, no seremos
indiferentes ante la intoxicación de los pueblos con la mentalidad
individualista. No vamos a evadir nuestra responsabilidad crítica ante la
manipulación de los gustos, de los valores bajo las manías disfrazadas de
“entretenimiento”, noticieros, diversiones, juguetes, juegos… incluso disfrazadas
de escuelas, institutos y universidades, todo ello ofensiva servil a la lógica
del imperio para saquear y esclavizar recursos naturales, mano de obra y
conciencia de los pueblos.
Necesitamos blindajes para la esperanza de impulsar una gran Revolución
Cultural desde lo mejor que han logrado nuestros pueblos en centurias de luchas
emancipadoras, en siglos de aprendizajes y como resultado de millones de
experiencias teórico metodológicas. En un continente que ha sido sometido a
barbaridades de todo género; en un continente que ha sido pisoteado por, casi,
todos los imperios del planeta; en un continente extraordinariamente rico en
materias primas, herencias culturales y diversidades identitarias… en un
continente victimado, con toda impunidad, por la avaricia colonialista para
esclavizar la conciencia y la mano de obra de sus pobladores, el desarrollo de
una gran Revolución Cultural para la integración -desde las bases- no sólo
parece una necesidad suprema, lógica y urgente… es especialmente un acto de
justicia social de primer orden. Y no es que semejante Revolución no esté, a su
modo y con sus limitaciones, en marcha.
Revolución
Cultural continental para entender científicamente el escenario actual de la
disputa cultural y soñar, objetivamente, con cambios históricos verdaderos. “Si
no cambiamos las ideas, no cambiamos nada”. Una Revolución Cultural de Nuestra
América es, por necesidad, una Revolución económica, social y política.
Revolución alfabetizadora, una Revolución ecológica, una Revolución educativa,
una Revolución del hábitat, una revolución del trabajo… y, también, una
revolución artística, científica, comunicacional y ético-moral, en suma una
Revolución también de la producción de los Símbolos emancipadores…o será nada.
Ilustración encontrada en: http://anaevenegaseducadorasocial.blogspot.com.ar/2016/03/foro-de-cultura-inquietudes-alabanzas.html
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