Comunicación
en Democracia y Democracia en Comunicación
Fernando Buen
Abad Domínguez
Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN)
El problema de la Democracia
es también un problema de Comunicación.
Diagnóstico
No hay duda. Uno de los frentes que mejor expresa la lucha por la Democracia
en Latinoamérica, no sin tropiezos, limitaciones y debilidades aun, es la
democratización de las herramientas de “Comunicación”. No se lucha por
cualquier Democracia ni por cualquier Comunicación, se lucha por una Democracia
participativa y socialista y tal lucha recorre el continente. Mientras, unos cuantos
que son mansos y serviles se aferran al modelo imperial de democracia burguesa
y comunicación mercantil; las mayorías elevan con dignidad, de manera desigual
y combinada, el mandato democratizador de los pueblos. Especialmente en los
escenarios de lucha jurídico-política, más recientes, se ve con plenitud, ese
punto transicional en el que lo nuevo no acaba de nacer y lo viejo no termina
por morir. Destacan Ecuador, Venezuela, Bolivia y Argentina. Otros avanzan en
su dirección. Esto es hoy, en Latinoamérica, parte insoslayable de una agenda
que recorre a todo programa político emancipador. La Revolución latinoamericana
tiene que resolver una ecuación magnífica entre Comunicación en Democracia y al
mismo tiempo Democracia en la Comunicación, dilema continental en todas sus
circunstancias y complejidades. Y en eso estamos.
Ya sabíamos muchas cosas. Por ejemplo, desde el informe MacBride “Un
solo mundo, voces múltiples” (1980), contábamos con advertencias sobre un
acelerado, e impune, proceso de monopolización de “medios”. Eso era, ya desde
su advertencia, un peligro clarísimo para los Gobiernos y un foco
anti-democrático que vimos crecer en nuestras narices. Hoy existe una
emergencia política y estratégica dispuesta a corregir semejante monstruosidad
en una batalla asimétrica y compleja, en la medida en que se perfeccionan las
“armas de guerra ideológica burguesa” camufladas de “mass media”.
En su conjunto, los grandes debates, que en materia de “Comunicación”,
se han desarrollado por décadas, en América Latina, han recorrido agendas
relativas a la “diversidad de las voces”, a las “políticas de inclusión”, al
“riesgo de la monopolización” y a la “democratización de las herramientas de
comunicación”; Hoy se agrega una categoría que debiera ser ineludible en esa agenda de debates y es el problema de la comunicación como un
“problema de seguridad nacional” y como “problema de seguridad regional”. Los Estados no pueden seguir siendo
sometidos a ninguna estratagema de “polarización” que pretenda poner en “igualdad
de condiciones” los intereses mercantiles frente a los intereses comunes de la
inmensa mayoría de los pueblos. Llega a ser irracional el hecho de que los
Estados deban mantenerse a la defensiva
ante ataques organizados por las corporaciones mediáticas, muchas de ellas
monopólicas, mientras los Estados democráticos tienen mandatos y tareas
concretas -y urgentes- para desarrollar políticas de comunicación
emancipadoras, atentas a las necesidades históricas de los pueblos. Hay guerras
burguesas desde los “medios” contra la democratización integra de la sociedad,
en su sentido más amplio, y en particular contra la democratización de las
herramientas de comunicación. Eso ha sido motivo, incluso, de golpes de estado.
Abundan los ejemplos.
A contrapelo del deseo de las
burguesías, y para su impotencia y derrota, está naciendo en Latinoamérica una
Doctrina Emancipadora en materia de Comunicación, teórico-práctica, necesaria, que
exige seleccionar, con precisión científica, la calidad y la cantidad de acción
política con que desarrollarán las nuevas Formas de la Comunicación que no
pueden ser otra cosa la continuación del Contenido Revolucionario. Esa Doctrina
de la Comunicación Revolucionaria no acepta autoridad alguna de esa
Comunicación si no expresa, con suficiente claridad, la luz de la historia y
las fuerzas emancipadoras. Tal Doctrina no está siendo escrita por plumas sabihondas sino desde las luchas.
Debemos ser muy cautelosos cuando hablamos de una Doctrina de la
Comunicación Revolucionaria para combatir a la ideología de la clase dominante
que nos ha inoculado su falsa consciencia disfrazada de todo género de
filantropismos limosneros, reformismos academicistas y demás cháchara erudita,
edulcorada con palabrería cientificista. A no confundirse, una doctrina de La
Revolución Comunicacional, con su tareas indispensables en este momento, está
siendo escrita rigurosamente en la realidad y es la producción de sentido que
genera la lucha y que se expresa en el programa que, al abordar el problema de
la Comunicación Revolucionaria, pretende, él mismo, ser un ejercicio de
Comunicación Revolucionaria.
Sin atenuantes, ésta Doctrina está siendo redactada, por la mano de la
lucha y desde la perspectiva de las víctimas de la alineación generada por la
ideología de la clase dominante que usa sus máquinas de guerra ideológica para
esclavizar la mano de obra y la conciencia. Se trata de una Doctrina
Revolucionaria de nuevo tipo que ahora también hace uso de armas comunicacionales,
políticas, jurídicas y organizativas. Se trata de una situación Revolucionaria
desarrollada por las bases para impedir, a toda costa, que la burguesía deprede
a sus anchas, y actúa, no sin peligros empiristas, mientras se logra su total
extinción. No hay equívocos.
Lo que ésta Doctrina “en pleno desarrollo” tiene en su conciencia, es
que la acción real de una Revolución social también se desarrolla una
Revolución Democrática y Comunicacional expresada, históricamente, en la lucha
de clases. Se acrecienta la toma de conciencia y todo lo que aparece como un
avance de la Revolución, al mismo tiempo, es avance del saber colectivo. No nos
alcanza, desde luego, con la conciencia particular del revolucionario, de lo
que se trata es de saber entender cómo, con esa Doctrina de la Comunicación
Revolucionaria naciente, crece un programa de todos empeñado en hacer visible que
la Revolución es, también, producción de sentido transformador y permanente.
“La comunicación es el
derecho que da la voz a todos los otros derechos” J. Assange
En las luchas Revolucionarias en materia de Comunicación y en las
Revoluciones Sociales que avanzan en Latinoamérica, transita una crítica
profunda a la falsedad de la democracia burguesa y a todas sus estratagemas
hipócritas para ofrecerse como garante de la “igualdad”, de los “derechos
humanos” y de la “libertad”. Esa fuerza Revolucionaria ha sabido entender los
peligros y engaños de la “democracia burguesa” como una amenaza real contra los
pueblos. Por eso se orienta hacia la Democracia Socialista y sabe bien qué
papel juega el cuerpo de las nuevas Constituciones Políticas que emergen en
cada país, con sus leyes y reglamentos, y cómo debe predominar en ellos el
interés del pueblo. Es decir, que la Constitución, las leyes y los reglamentos,
sean escritos con la mano de la lucha… misma que elige un Estado y un gobierno
democrático y representativo de los intereses populares como forma de construir
la justicia, la libertad verdadera y la democracia verdadera. Sin
intermediarios.
La lucha en materia de Democratización de la Comunicación, y de la
información, ha dejado en claro que se debe construir un poder comunicacional
de nuevo género, para la mayoría y por la mayoría, dirigido sistemáticamente a
resolver los problemas, las necesidades materiales y espirituales propias de la
nueva situación revolucionaria que es, por definición, una manifestación de la
democracia socialista, aun incipiente, en la que se plantea, como parte de su
tarea, luchar por una sociedad plena de igualdad social, sin diferencias de
clases.
Es esto lo que tensiona y
desespera tanto a los monopolios mediáticos y a los poderes oligárquicos que
miran cómo, a diario, surgen iniciativas rebeldes, cargadas con creatividad y
con inteligencia resueltas a nos ser más esclavas de la voluptuosidad
consumista ni del capricho esclavizante de los negociados burgueses. Proliferan
las certezas de que el cambio de raíz es posible no por voluntarismo sin por experiencia
organizativa que, entre sus dificultades y limitaciones, vence desafíos
diariamente. Todo medio es útil desde la palabra hasta lo “digital”. El
objetivo es el mismo. Y está a la vista creciente y madurado.
En los procesos revolucionarios más avanzados de América Latina hoy se
ha recuperado el programa Socialista y el Comunista, como expresión suprema de
la realización plena del “buen vivir”, con todas sus exigencias materiales y
subjetivas. De ahí el despliegue de estrategias nuevas para el desarrollo de
las fuerzas productivas con apoyo en la ciencia, en la tecnología y en la
organización de los trabajadores hacia un marco de relaciones de producción con
desarrollo cultural, anti-colonial y de liberación de los caudales expresivos
plenos de riquezas, estéticas y éticas, consustanciales a la realización de la
democracia socialista. En ese marco están las propias herramientas de
comunicación al servicio de la Revolución bajo el poder colegiado de los
pueblos. Hay cientos de casos nacientes.
Y, por eso, el trabajo de las corporaciones transnacionales dominantes y
sus alianzas con fuerzas mediáticas locales, constituye un frente muy poderoso
de agresión sistemática. Es preciso comprender las operaciones de ofensiva de
los “medios de comunicación” burgueses como una fuerza activa, desesperada, contra
la clase trabajadora. Un poder de agresión, por otra parte, sólo comprensible a
través de sus conexiones con otras partes de la estructura económica del
capitalismo cargado con odio de clase. Eso produce la ideología dominante que
es también una formación social, y que ocupa un lugar específico en la variedad
de insultos, descalificaciones y atentados contra las Democracias nacientes y
es odio determinado por la estructura social e histórica de esa sociedad
decadente. No hay duda que valga, siempre existe una relación dialéctica entre
la estructura y la ideología: la “guerra mediática” contra Rafael Correa, Evo
Morales, Cristina Fernández, Hugo Chávez, Nicolás Maduro… tiene base material
de las relaciones de la producción que determinan la ideología de la agresión y,
a la vez, indefectiblemente, la ideología también determina de manera, desigual
y combinada, la estructura objetiva del mensaje. Hay que ver los delirios del
Grupo “Prisa” y CNN en su locura.
Debemos insistir, es la oligarquía, con sus banqueros, empresarios,
terratenientes e iglesias… acaparadores de la riqueza, quien también es dueña de
un arsenal enorme con armas ideológicas para atacar a la clase trabajadora, son
armas materiales, militares, mediáticas y políticas para imponer su modo de ver
e interpretar la realidad toda. Semejante poder emana del hecho de que son
ellos los que dirigen la economía y parte del Estado. Mientras la burguesía
siga gozando de ese poder económico la estructura mediática servirá,
fundamentalmente, aunque no exclusivamente, para encubrirlos. La única Democracia
real y posible se logrará expropiando a los grandes millonarios, es decir
arrancándoles la base material de toda su fuerza. Hay que arrebatarles, democráticamente,
todas las armas con que atacan a los pueblos. Incluidas las armas mediáticas.
Los pueblos decidirán, democráticamente, cuando. El capitalismo no es sólo un
sistema de producción de mercancías, es además un sistema que produce cultura,
valores éticos, morales y estéticos ideados para consolidar las condiciones
materiales de existencia burguesa, la propiedad privada de los medios de
producción y la explotación de la fuerza de trabajo. La lucha democratizadora,
tan pronto democratice las relaciones de producción, debiera propender a la
terminación definitiva del régimen de “propiedad privada” de los “mass media”... y eso es un debate vivo
también por la creatividad Socialista en materia de Democracia.
La dirección de la Revolución tiene también, hoy por hoy, avances en el
campo de la legalidad que se impulsa con la fuerza de las movilizaciones, de
acción directa, en todas sus variedades. Es el caso de Argentina, de Brasil, de
Venezuela, de Bolivia y de Ecuador por mencionar algunos casos muy claros. La
única manera de hacer triunfar la Democracia naciente y sus potencias
comunicacionales, es saliendo luchar en las calles, en las asambleas, en las
aulas, en las ciencias, en las organizaciones sociales, campesinas, indígenas,
obreras…. y luchar, con marchas, pero sobre todo con el método de la organización
consciente del momento preciso y su contenido transformador. Para ello debemos consolidar
la Revolución de la Comunicación y la Comunicación de la Revolución, que los
pueblos pusieron en marcha, con aliento democrático siempre.
Los funcionarios de las
Democracias Revolucionarias.
También nace una oportunidad magnífica de lucha contra el burocratismo.
Esa democracia revolucionaria y socialista, con el Estado en manos de los
pueblos, debe avanzar exponencialmente encarnada en sus “funcionarios” de toda
escala y en todos los sujetos de la acción revolucionaria como pensamiento y
acción, como pasión y metodología, como arte y como ciencia. Es preciso
derrotar al burocratismo y al reformismo. Las nuevas camadas de trabajadores al
servicio de las democracias nacientes deben expresar su tarea militante, su
esfuerzo permanente y su irrenunciable compromiso con la transformación de la
realidad. El pensamiento democrático revolucionario en América Latina no puede
entraparse en los viejos vicios que los pueblos tanto odian y debe superar la
palabrería nacionalista porque su espíritu ha de ser internacionalista sin
negar lo propio.
Se trata de una oportunidad
muy rica con multiplicidad de fuentes legítimas que en su dialéctica
asimila las raíces históricas de las luchas por estructuras de gobierno ágiles,
transparentes y útiles a toda costa. Todos los intentos heroicos por
democratizarla con las acciones más diversas de la organización política expresadas
en sus gobiernos en manos de los pueblos, hoy pueden tener la fuerza de los
pueblos originarios, por ejemplo, basadas en sus formas de organización más
avanzadas y considerando siempre la alianza estratégica entre indígenas,
campesinos y obreros en unidad
para los cambios gubernamentales que debe ser una de las tareas supremas que
democraticen al Gobierno mismo.
El Gobierno como motor de comunicación democrática y democratizadora
debe ser capaz de desplegar hoy su rol histórico, rescatándose primero de su
“desprestigio”, ganado a pulso por no pocas degeneraciones y desviaciones y
ganado, también, por las operaciones de guerra psicológica burguesa
concentradas en distanciar a los pueblos de la acción política organizada desde
las instituciones populares.
La tarea de la revolución democrática y socialista en el seno mismo del
Gobierno tiene mucho que hacer en materia de creatividad, alegría de la lucha y
respuesta concreta al malestar generalizado de los pueblos. La agenda es muy
amplia y las debilidades son muchas. Entender la revolución como emancipación
multidimensional, además de la cancelación de la explotación, y de las clases
sociales, tiene en sus estructuras gubernamentales tareas de la revolución
democrática y socialista en Comunicación y deben aprender que el poder, que hay
que construir permanentemente, está en los movimientos y organizaciones
sociales y no en las burocracias. Eso también requiere de una fuerza
comunicacional poderosa comprometida al máximo con un proceso revolucionario
que le obliga a poner todas sus energías en su tarea
desalienadora-concientizadora.
Sin atenuantes. Es impostergable que la Democracia en Comunicación y la
Comunicación en Democracia superen las condiciones en que opera el Gobierno y
todos sus funcionarios. Y eso depende de que los pueblos logren expresar en un
nuevo programa histórico con nueva racionalidad, nueva ética en el marco de
nuevas relaciones de producción esta vez sin amos. Y ser capaz, entre otras mil
tareas de imaginarlo y construirlo. La realidad aguarda.
En su mapa continental, la lucha democratizadora de la Comunicación, también
democratizadora de los poderes del Estado y el Gobierno, en transición, apunta
un desafío clave de la Democracia que insiste en que la sociedad, sin terminar
de salir del capitalismo, arrastra inocultablemente todos sus vicios: en el
económico, en el moral y en el intelectual. Eso incluye la anti-democracia con
que están infectadas las instituciones gubernamentales tanto como los medios en
su interior. Los trabajadores del Estado unidos a todas las nuevas experiencias
comunicacionales en Latinoamérica, deben avanzan hacia un plano de contenidos y
de práctica cada vez más orientados a la democratización del poder político que
garantiza los derechos de los pueblos para hacer más democrático el poder del
Estado, en sus manos, y por elevar el nivel de vida a la “máxima felicidad
posible”. No son slogans.
Pero hay infiltrados. No es noticia que algunos “medios independientes”
burgueses, disfrazados de “progres”, hagan su tarea desorganizadora, siembren
rentablemente palabrería desorientadora, desalentadora... desmoralizante. Como
la SIDE. No es noticia que esos “medios de comunicación”, claramente
reaccionarios, auto llamados “independientes” o “autónomos”, con su camuflaje
salivoso, hagan tareas desmovilizadoras, anden con sus petardos en la búsqueda
de negociar canonjías y se silencien con becas o sueldos. Como la CNN en
español. Tampoco es noticia que muchas iniciativas comunicacionales de “izquierda”,
más ultras o menos, sean incapaces de sumarse o auspiciar la organización
política necesaria para dar una batalla internacionalista, como trabajadores
con conciencia de clase, contra toda forma de bloqueo mediático, contra la
alienación y en la búsqueda de los lenguajes revolucionarios nuevos. Reina en
esos campos el individualismo, el sectarismo y la burocracia. Y los
funcionarios del Estado democrático no pueden ser parte del problema sino de la
solución que la nueva Democracia construye continentalmente. Eso involucra a
jueces, a directivos, a técnicos, a ministros, a asesores, a docentes… a todo
aquel que lucha por un Gobierno democrático en serio.
Muchos gobiernos, complacientes con esos monopolios, -no pocas veces
rehenes suyos- han ideado, históricamente, “leyes” de todo género para
garantizar la operación de las estrategias de control inventadas para enajenar
a la clase trabajadora. El repertorio de los excesos y canalladas jurídico-políticas
cometidas por los “mass media” y los
gobiernos cómplices es realmente una monstruosidad. Por otra parte, algunos
gobiernos, con vocación democrática, han impulsado leyes e instituciones que,
no sin limitaciones, constituyen avances parciales. En general no se toca la
“propiedad privada” ni el modo en que se despliega la guerra ideológica
burguesa aunque se facilite, en grados diversos, una mayor participación de “medios
alternativos y comunitarios”, medios públicos y medios gubernamentales. Grandes
avances a paso lento.
Las Herramientas de
producción y La dependencia Tecnológica
Artículo 17.- “El Estado fomentará la
pluralidad y la diversidad en comunicación, y a tal efecto:”
Sección 2 “Facilitará la creación y el
fortalecimiento de medios de comunicación, públicos, privados y comunitarios,
así como el acceso universal a las tecnologías de la información y la
comunicación en especial a las personas y colectividades que carezcan de dicho
acceso o lo tengan de forma limitada”. (Constitución
Política del Ecuador).
Necesitamos un “motor” de información permanente que nos permita saber,
en “tiempo real”, el monto y la velocidad del gasto continental en materia de “Tecnología
para la Comunicación”. Dada la dependencia tecnológica y el costo de la
transferencia, sigue siendo un problema para la Democracia saber cómo se gasta
y cuánto, permanentemente, en adquisición de las herramientas para la
comunicación. Nuestra dependencia tecnológica es pasmosa; la cantidad de
recursos que transferimos en la adquisición de micrófonos, cámaras, es
demencial… ojala pudiéramos un día hacer una cálculo riguroso y sacar las
cuentas para ver cómo nos hemos vuelto un caño, un tubo, un drenaje a través
del que circulamos sumas exorbitantes de dinero para adquirir herramientas de
comunicación.
La Democracia en Comunicación y la Comunicación en Democracia como
ecuación de doble vertiente yuxtapuesta y combinada, exige un programa
científico para el desarrollo teórico-práctico de la planificación en materia
tecnológica y su praxis dialéctica en los problemas más candentes del “Cambio
de Época”. Adquirir tecnología es uno de los grandes trabajos y eso exige
especialidades en planificación. Reclama una nueva concepción de la democracia
y de la política, en la cual se puede situar el paradigma de la democracia
participativa en la planificación y de la asunción dinámica de las
responsabilidades sociales. Tornillo por tornillo. De lo que se trata es de
redimensionar la democracia, desde su raíz, contra las dependencias de la
burguesía y someter las estrategias de la adquisición y propiedad de
herramientas a los mismos mandatos radicales de la democratización para
despojarla del fardo ideológico burgués con que se la ha instrumentalizado la
Comunicación. Y en esta democratización radical de las herramientas, juega un
papel central el desarrollo intelectual de los pueblos en materia de
planificación propia de su revolución cultural emancipadora. Contra la
ideología y de la clase dominante que hace de su tecnología fetiche costosísimo.
En esta tarea doble, democratizadora, con las herramientas
tecnológicas, las herramientas políticas y las comunicacionales es la clase trabajadora
el sujeto principal de la revolución en alianza estratégica con los campesinos,
con los pueblos originarios, con los estudiantes… capaces de desplegar una perspectiva más amplia de la
revolución y sus métodos tradicionales para incluir, en la medida histórica en
que sea posible y útil, las tareas democráticas de transición. Con las
herramientas, también, emancipadas.
Respecto a las leyes de Comunicación o Leyes de Medios, que genera el
proceso revolucionario, hay capítulos muy importantes que resolver en materia
tecnológica y valorar el costo financiero y político como un amplio concepto
cultural transformador y radicalizado, en su dinámica democratizadora debe
incluir de inmediato la acción directa de las masas movilizadas. La pasividad,
la tolerancia lerda y los focos de reformismo agazapados por todas partes son
un peligro inminente una amenaza de calibre descomunal además de ser,
frecuentemente, grandes negociados. La movilización planificada es parte del
método democratizador que en una Revolución socialista de base científica que
incluye las transformación de cuanto organismo compete al Estado someter al
supremo mandato revolucionario de que “el Capital no esté por encima de los
seres humanos”. Como insiste Rafael Correa. Y tampoco la tecnología.
El objetivo de semejante tarea también jurídica es democratizar las
herramientas de comunicación y ponerlas al servicio de la revolución socialista,
tomado en consideración, muy especial, al individuo pero nunca descontextuado ni
a-historizado. La democratización tecnológica de nuevo género es un paso
crucial en las relaciones sociales, en la organización del consenso socialista,
incluso del sistema parlamentario y de toda la estructura de seguridad nacional
y regional y está condicionado por su práctica directa y concreta porque esa
democracia el consenso socialista se expresará, incluso, en instituciones que
exigen deontología revolucionaria y moral de lucha renovada permanentemente.
Hay que formar a los nuevos funcionarios revolucionarios para el
dominio de las nuevas tecnologías con una gran revolución deontológica porque
serán responsables de llevar a la práctica las grandes tareas democratizadores
y hay que hacer, de esas tareas, ejercicio de comunicación democrática
cotidiana. Desafío enorme pero no imposible.
La totalidad de los militantes de esa democracia objetivada en las
instituciones públicas, al servicio sistematizado de la política socialista y
de su Estado en transición, tienen contacto diario con herramientas
tecnológicas que deben expresar el pulso permanente del consenso de las grandes
mayorías, como resultado de la formación política y de la organización dinámica
que se expresa en las tareas y en su auto-crítica y corrección permanente. Eso
produce prestigio y saldo simbólico que debe ser material que alimenta tareas
comunicacionales que refuerzan, en su vida democrática, también, la dialéctica
del ensayo y el error, las aproximaciones sucesivas y la revolución permanente
en la democracia misma y en sus herramientas de comunicación. Y sus primeros embriones ya están en buena
parte de los corpus de las nuevas leyes democratizadoras nacientes en materia
de comunicación y son los trabajadores su protagonista central.
Hay avances en superar falencias democráticas de las leyes de
comunicación tales como el registro sistematizado del mandato comunicacional de
los pueblos y el despliegue de una doctrina revolucionaria en materia de
comunicación, una Filosofía Política de la Revolución Comunicacional. La
realidad exige al pensamiento revolucionario generar categorías socialistas de
acción concreta que fundamenten los nuevos conceptos clave como libertad,
justicia, movilización social y democracia. Para supera la crisis de dirección
revolucionaria que nos aqueja seriamente
¿Qué papel juegan los
centros de formación?
“No es posible democratizar la enseñanza de
un país sin democratizar su economía y sin democratizar, por ende, su
superestructura política”. José Carlos Mariátegui
Inexcusablemente la gran Revolución Democrática latinoamericana debe
expresarse en las aulas no sin haber derribado todo bunker que, con disfraz
academicista, incuba e inocula la ideología de la clase dominante, en materia
de comunicación, y el servilismo de la teoría al reino de las mercancías. Hay
episodios de fraude curricular escandalosos y hay tráfico de tesis,
investigaciones y monografías cuando no plagios, extorsiones y chantajes. No
son pocos los mercachifles de puntos
académicos “yo te cito... tu me citas”. Las peores relaciones obrero-patronales
en el aula.
Para la gran Revolución democratizadora de la Comunicación es necesario
haber saldado las tareas de formación de cuadros, capaz de agenciarse un
arsenal crítico poderoso y capaz de arremeter contra todas las taras inoculadas
por la ideología de la clase dominante en los pueblos. Derrotar a las máquinas
de guerra ideológica burguesas también en el campo científico y educativo. Es
prioridad de la ciencia, y de las ciencias de la comunicación, derrotar a la
maquinaria ideológica de la fuerza
de la dominación (sus “mass media”) que
son voceros con que el capitalismo fabrica miseria y esclavitud de conciencias.
La sola toma de “conciencia” no conduce linealmente, necesariamente, a
la acción revolucionaria. La sola existencia de Leyes tampoco. Son necesarios
miles de espacios para la nueva educación en comunicación y para la nueva
epistemología revolucionaria que la etapa nos reclama. Es preciso que la
conciencia en ascenso revolucionario se exprese en la organización y en la
movilización de tareas educativas de todo género y en todos los niveles, como avances
superiores del programa revolucionario y que alimenten la “moral de la lucha”
con el arsenal científico que ella produce y que suele pasar desapercibido,
también, por fata de método comunicacional democrático y revolucionario.
Las consecuencias del neoliberalismo y de la ideología de la clase
dominante en las “aulas”, que someten a los estudiantes a la esclavitud en los
grandes negocios mediáticos, ha producido ejércitos serviles a la concentración
y monopolización del poder estructural y superestructural. Será muy difícil
avanzar la revolución socialista en las condiciones históricas actuales si no
se atiende este dilema planteado por la falta de cuadros revolucionarios en
comunicación y, por eso, es urgente impulsar las nuevas escuelas,
universidades, talleres, foros… de manera seria y profunda. Escuelas de
comunicación emancipadora capaces de generar un caudal de posibilidades, teórico-metodológicas,
para desarrollar política socialista para una cultura revolucionaria, subordinada
al mandato popular y desarrollar un proyecto de humanismo socialista que ayude
a avanzar con su praxis la revolución de América Latina contra el capitalismo.
Es que en materia de Comunicación estamos en la muy temprana infancia
de las tareas por realizar. La transformación social del papel de los medios supone
un proceso generalizado de democratización de las estructuras sociales, incluidas
las educativas, sin el cual la democracia comunicacional se hace falacia. Hay
pruebas en diversas experiencias
latinoamericanas. México por ejemplo. Una teoría socialista sobre la Comunicación
y la democracia, involucra al problema de la vanguardia de las bases, al rol de
los sujetos de la acción revolucionaria democrática y al papel de los medios de
comunicación en la dialéctica de
lo nacional y de lo internacional hoy, además, con urgencias científicas de
todo tipo. Por eso es preciso solidarizar con todo avance en la democratización
de los “medios”, y de sus contenidos, así como con todo combate a la
concentración monopólica pero creemos que “los medios” deben ser de propiedad
estatal bajo control de los trabajadores y de la comunidad donde operan. El
gobierno, que verdaderamente represente a los trabajadores, debe proveer
gratuitamente los medios materiales: imprentas, papel, equipos de emisión de
radio y TV... y la educación necesaria.
No es aceptable que los trabajadores y la comunidad no puedan ejercer
una activa participación científica en el diseño comunicacional, en la
expresión y en la generación de información. Por si no fuesen suficientes los
“bloqueos mediáticos”, orquestados desde el capitalismo imperial, contamos
además con los “bloqueos” académicos auspiciados por las sectas y las
burocracias “culteranas” que, a diestras y siniestras, “tenemos en casa”.
Rescoldos de la alienación burguesa infiltrados hasta los tuétanos en la
centros de estudio.
Algunas leyes y reglamentos promulgados en Latinoamérica mantienen la
preeminencia teórica de los medios privados. El colmo es que, también, en el
corazón de algunas iniciativas de educación gubernamentales, especialmente de
los países que hoy se reivindican (unos más y otros menos) antagónicos al
capitalismo imperialista, hagan presencia puntual las formas más odiosas de la investigación
mercantilizada, el burocratismo que impide la generación de conocimiento nuevo,
el dispendio, el sectarismo de los “notables”. Como si se tratara de ínsulas
donde habitan académicos que se sienten reyes y petulantes que se sienten seres
supremos con propiedad exclusiva de las “mejores ideas”. Siempre subestimando a
los pueblos, dueños de una bola de cristal que adivina los tiempos de las becas
y de los apoyos financieros e iluminados con la erudición de sus santuarios librescos.
La consigna, puramente formal, de la lucha por la “libertad” y la “igualdad”
tal como la proclaman las fuerzas más reaccionarias de la intelectualidad de la
derecha, es en general, un embuste e hipocresía de la sociedad burguesa. La
Revolución Democrática no pude detenerse a las puertas de las academias. Urgen
las nuevas escuelas de Cuadros en materia de Comunicación.
Es que el problema de la Comunicación en Democracia y la Democracia en
Comunicación es uno de esos problemas agudos y polémicos de nuestro tiempo y de
las entidades colectivas, contra todo dogmatismo y toda des-movilización. Es
preciso democratizar a la sociedad toda y eso implica democratizar a la enseñanza
de la comunicación, también, desde sus filamentos más íntimos Esta problemática
es crucial a la Democracia en el redimensionamiento de las tareas de la
Comunicación y de sus palancas científicas.
Perspectivas
Cabe esperar de la Comunicación en Democracia y de la Democracia en
Comunicación, además de “Leyes de Comunicación” o “Leyes de Medios”… (o como se
las llamen en cada lugar) movilizaciones históricas, técnicas, científicas y
políticas en permanente actualización y ensanchamiento. No podemos quedarnos
con los brazos cruzados a esperar que las tareas incipientes, por sí solas,
transformen al mundo. Cabe exigirnos, en el plazo corto, mediano y largo, participación
directa no sólo para actuar mediáticamente sino para actuar
revolucionariamente. Cabe luchar por que las leyes no se escleroticen ni se
reduzcan a sólo marcos de acción en los “medios” sino que abarquen y defiendan
el la riqueza comunicacional de los pueblos en su amplitud y peso sobre el
conjunto de las relaciones sociales. Cabe iniciar tareas organizativas que
enfrenten a las mafias judiciales que pergeñan permanentemente trampas para
frenar el desarrollo y la aplicación de las leyes democráticas en comunicación
y la comunicación misma sobre esas leyes. Cabe demandar métodos de acción y
lucha, permanentemente actualizados, para evitar que las leyes de comunicación
(y todas las leyes) sean letra muerta rigidizada entre oropeles de saliva
mesiánica… cabe esperar que sean, de verdad, Democracia y Leyes Revolucionarias
hacia el Socialismo.
Por eso es imprescindible hacer del conocimiento colectivo, los avances
democráticos en todos los órdenes sociales y los avances concretos en materia
de Comunicación. Eso es producir información emancipadora como parte de un
proceso de maduración. Las luchas de nada sirven si se las reduce a decoración
de “buenas voluntades”. No son pocas las generaciones que aportaron esfuerzos a
la lucha por una comunicación para la revolución y no son pocas las deudas que
tenemos. Hay que hacer que se
conviertan en carne de la lucha diaria. Por eso es imprescindible que sean,
esas Leyes, un hecho democrático en la comunicación y una conquista de la
Democracia revolucionaria. Sabemos que con las leyes no nos alcanza, que urge
movilización y acción socialista y científica directa, sabemos que urge la
organización y la crítica. Hay que hacer de la Democracia en Comunicación y de la
Comunicación en Democracia también, comunicación comunicando, en verdad, la
acción organizadora que vuelva a las Leyes herramientas de combate cotidiano.
Otra cosa es demagogia, otra ruta es falacia.
No muchas leyes cuentan con la raigambre histórica, de luchas sociales democratizadoras
y de significados políticos, como la que sustenta las llamadas “Leyes de
Comunicación” o “Ley de Medios” promulgadas en los años recientes de la
Revolución Democrática en Latinoamérica. Además de encarnar voces que durante
décadas han bregado por la democratización de los “medios de comunicación”; además
de ser leyes que destierran aberraciones jurídicas monopólicas y
anti-democráticas; además del consenso y la movilización social que suscitan;
además de ser iniciativas soberanas con imbricaciones internacionales, por su
coincidencia jurídico-política con las nuevas democracias en Latinoamérica… las
Leyes de Comunicación o Leyes de Medios son emblema entre los distintivos de la
etapa política que la región en los años recientes.
Es preciso estar muy alertas y pasar a organizarse en frentes de todo
tipo, hombro con hombro con la clase trabajadora y en nuestro lugar respectivo
en el escenario de la lucha de clases. Las Leyes de Comunicación y/o Leyes de
Medios, promulgadas en Latinoamérica, en la década reciente, abren
oportunidades y lecciones, de todo
tipo, abrieron espacios, de análisis y acción, inéditos y realmente
trascendentales. Por una parte quedó ratificado que proclamar una ley no
implica su cumplimiento inmediato y, por otra parte, quedó claro que los
argumentos legales reclaman argumentos políticos, movilizados desde las bases,
para hacer efectivos los propósitos inmediatos y ulteriores de las leyes.
Entre una parte y otra, los avances Democráticos en la región y las
leyes nuevas en materia de Comunicación han padecido repertorios extraordinario
de trampas, elusiones, falsedades y escapismos ensayados por la derecha que en
general hoy se refugia bajo las egidas de los monopolios mediáticos oligarcas, cada
día más amenazantes y renuentes a acatar la Democracia y las “Leyes de
Comunicación” o de “Medios” aprobadas por los poderes democráticos y por
consensos muy amplios, como producto de lagas luchas históricas de los pueblos
respectivos. Ese escenario ha ayudado a esclarecer el escenario de la lucha de
clases y Latinoamérica ha ganado gran experiencia en la batalla para la etapa
actual democratizadora de todo proceso social y de la “comunicación” en todos
sus ámbitos.
En el corto plazo veremos el despliegue de mil artimañas y amenazas
pero veremos también cómo florece, organizada, la voluntad democrática de los
pueblos en defensa de sus triunfos y de sus planes nuevos. Hay ya ejemplos en
todo el continente. Están en marcha las voluntades de los movimientos sociales
de toda Latinoamérica que editan prensa, video, radio… la prensa obrera cuenta
con más recursos y con más claridad para sus tareas democráticas y sus tareas
comunicacionales. Los pueblos originarios y el campesinado del continente
sienten ya como indispensables en sus luchas las herramientas de comunicación
y, en suma, tenemos un escenario continental donde avanza, a pasos de gigante,
la liberación de todos los caudales expresivos de los pueblos, hasta hoy,
silenciados por el capitalismo con todas sus variedades de camuflaje y engaño.
Está llegando a su final esa tragedia que expresó en su Discurso Angostura,
Simon Bolívar: “Por el engaño nos han dominado más que por la fuerza”.
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